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sábado, 12 de abril de 2008

Crimen sin Fronteras: La Amenaza del Terrorismo In

Escrito por Tony Medina Rivas Plata, miembro principal del TADI. Artículo publicado en http://www.proyectocoherencia.org/articulos/contenido.php?categoria=9&id=0.5774765605496754. Miércoles 26 de Marzo del 2008

Al parecer, la crisis andina desatada a raíz de la incursión colombiana en territorio ecuatoriano se extenderá por un buen tiempo. Era de esperarse; bastaba ver la famosa foto de Rafael Correa dándole la mano a Álvaro Uribe: "Esto no se va a quedar así" parecía decirle. En efecto, se halló el detonante con la ya probada muerte de un ecuatoriano en el campamento de las FARC. Con esta excusa se infló nuevamente un conflicto que ya parecía zanjado en la cumbre del Grupo de Río. Parece que el presidente ecuatoriano no ve, o no quiere ver, la nueva realidad del terror organizado. El ecuatoriano muerto por las Fuerzas Armadas Colombianas podía no ser necesariamente un terrorista; de hecho podía ser un contrabandista o un delincuente común cualquiera, pero parece que definitivamente era un colaborador de las FARC. Sea como sea, la realidad es que Correa buscaba alguna manera de no cerrar este conflicto y extenderlo aún más, apelando a la muerte de su compatriota. Imaginemos que cerca de la zona fronteriza un policía ecuatoriano encargado de vigilar un área aledaña a una empresa metalmecánica italiana que trabaja con funcionarios colombianos bajo supervisión china y cuya producción sea destinada al mercado tailandés con financiación de un banco de Gran Caimán hubiese muerto a manos de sicarios venezolanos por algún ajuste de cuentas, a la vez que se descubriera que dichos sicarios fueron contratados por la empresa. ¿Cómo determinarían las autoridades ecuatorianas la responsabilidad del asesinato? ¿A quién culpar? ¿A los venezolanos por dejar que agentes extranjeros violen su soberanía para matar a un compatriota? ¿A los chinos por hacerse de la vista gorda? ¿A los empresarios italianos por camuflar actividades ilícitas? ¿Qué diría el presidente Correa?

Mejor pongamos un ejemplo sobre algo que sí sucedió. Perú debería recordarle a Ecuador que el año pasado sus soldados mataron dentro de nuestro territorio a un peruano que traficaba combustible a través de la frontera, para posteriormente arrastrarlo hacia territorio ecuatoriano. Yo leí de casualidad el día de hoy esa noticia y no recuerdo que se haya producido un reclamo similar al respecto sobre esta flagrante violación a nuestra soberanía. Aquí pueden verla:
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/html/2007-11-11/peruano_es_abatido_por_militar.html

El problema de fondo aquí es la ya no tan nueva forma que está asumiendo el crimen organizado; en este caso particular el terrorismo a escala global. Algunas voces en nuestro país consideran que el conflicto colombiano es un asunto que sólo concierne a ellos y que las FARC son un movimiento exclusivamente colombiano. Craso error. El terrorismo en el siglo XXI ya no tiene caracteres locales o nacionales, ya que su funcionamiento en red con otras actividades ilícitas como el narcotráfico y el contrabando hacen que aquél prácticamente no tenga fronteras. La misma afirmación puede extenderse a toda la criminalidad organizada.

Moisés Naím, autor del libro "Ilícito: Cómo contrabandistas, traficantes y piratas están cambiando el mundo" señala que las instituciones políticas que tenemos en el marco de Estados nacionales ya no tienen la capacidad de afrontar por sí solas el desafío de la criminalidad global. Un contrabandista puede un día comerciar con joyas, combustible, DVD´s piratas; al día siguiente vender armas por Internet a cualquier guerrilla, grupo paramilitar, terrorista o individuo común que las requiera y al día siguiente seguir con su vida de buen ciudadano con su perfectamente legal negocio de importación y exportación de alimentos; al día siguiente es capturado vendiendo armas nuevamente a un grupo armado y la prensa celebra su captura como una victoria sobre el terrorismo. Problemas globales requieren soluciones globales; en consecuencia, una transición hacia nuevas formas de integración y cooperación que nos permitan responder oportunamente a los desafíos que representa el nuevo crimen organizado. Precisamente por ser global, ahora la nacionalidad del criminal importa poco, ya que al no existir una jerarquía decisional claramente establecida al interior de estas redes, no se sabe hacia donde apuntar. Los grupos ilícitos se regeneran fácilmente por lo que estamos en un ajedrez caótico donde el rey se esconde permanentemente (si lo hubiera) y sólo los peones son derribados. Se puede comparar fácilmente el caso de Sendero Luminoso que vio caer toda su estructura logística por su modo de organización vertical tras la captura de Abimael Guzmán, mientras que las FARC han logrado sobreponerse a la captura de varios de sus líderes.

El caso de las FARC es realmente aleccionador. Clásicamente, los conflictos interestatales tenían una escalada previa que permitía ver lo que se avecinaba. El primero de marzo ningún ciudadano de a pie imaginaba lo que sucedería. Al día siguiente, tres países sudamericanos se hallan al borde de una guerra en la que sus vecinos del subcontinente no hubieran podido mantenerse neutrales. Las instituciones nacionales crean conflictos nacionales, así que un grupo terrorista cualquiera con sólo pasar de un lado a otro de la frontera puede cambiar de estatus en tanto no exista una realmente efectiva cooperación multilateral en materia de lucha antiterrorista y crimen organizado, conociendo sus efectivos puntos de encuentro.

En este sentido, los países sudamericanos, especialmente los de la región andina, deben tomar conciencia de los riesgos y amenazas comunes que estamos afrontando como subcontinente. Es necesaria una cooperación mutua y efectiva en temas de seguridad y defensa continental. Lamentablemente un escenario así se hace remoto aún, en primer lugar por la desconfianza mutua entre países que ha surgido a raíz de esta crisis. (Ya nadie puede negar la veracidad de la información de la computadora de Raúl Reyes, la cual a los pocos días permitió la captura del traficante de armas Víctor Bout en Tailandia, mientras iba a cerrar un negocio con las FARC; lo cual deja muchas sospechas sobre las verdaderas intenciones de los gobiernos ecuatoriano y venezolano) Otro problema para la cooperación es la polarización ideológica que ha producido en la región el movimiento bolivariano y la falta de una definición común de lo que es el terrorismo. Esto último es en realidad un problema mundial ya que ni siquiera a nivel de la ONU existe una definición común de lo que es.

Sin embargo, en ese sentido ya han comenzado a darse avances, precisamente a raíz del conflicto colombo-ecuatoriano. Uno de ellos es la propuesta brasileña de la creación de un Consejo Sudamericano que permita articular políticas de defensa comunes; una de ellas el fortalecimiento de la vigilancia de fronteras, lo cual permitiría evitar problemas como el iniciado el día 2 de marzo.

Debemos señalar que si bien estas iniciativas integradoras son saludables, nuestro país debe tener la capacidad bélica y logística para afrontar un reto de esta envergadura. Dicha capacidad debe fortalecerse tanto a nivel de vías de comunicación con el interior del país, capacidad de detección de radar así como aumentar y acelerar nuestra compra de armamento, articulando dicha compra de manera estratégica y acorde a los riegos y amenazas internas, externas, regionales y globales que afronta el Perú.

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